Lucrecia Acosta es responsable de las asignaturas de Parasitología y de Análisis Clínicos II del grado de Farmacia, así como del módulo “Enfermedades en Países en Desarrollo” y de la asignatura de Prácticas I y II del Máster Interuniversitario en Cooperación al Desarrollo de la Universidad Miguel Hernández.
Lucrecia ha participado en diversos proyectos de cooperación e investigación en instituciones como: University College of London (Londres); Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (Cuba); “WHO Collaborating Center for Leishmania”, Centro Nacional de Microbiología (ISCIII, España) entre otras. Además de contar con una amplia experiencia en el ámbito de enfermedades infecciosas, es representante de la Fundación ANESVAD en la Leprosy Research Initiative y asesora científica de la Fundación Fontilles.
En esta entrevista la profesora del Máster en Cooperación al Desarrollo de la UMH comparte su visión sobre los contenidos impartidos, las salidas profesionales que puede ofrecer y su experiencia como investigadora.
¿Por qué recomendarías estudiar el máster en Cooperación al Desarrollo de la UMH?
El máster en cooperación al Desarrollo de la UMH es multidisciplinar, tanto por los profesionales que imparten las clases como las titulaciones universitarias desde las que se puede tener acceso. De hecho, uno de los aspectos que destacaría es que, a través de las prácticas presenciales, el alumno va a tener la oportunidad única de experimentar un trabajo en el terreno y poder asentar los conocimientos teóricos aprendidos en función de su perfil profesional tanto en organismos públicos como privados o instituciones tanto a nivel nacional o internacional.
Impartes clase en la asignatura en «Enfermedades en países en desarrollo», módulo «Enfermedades Transmisibles». ¿Cuáles son los puntos clave de esta asignatura? ¿Qué valor aporta a los alumnos?
Creo que nuestra asignatura tiene dos puntos clave, por un lado, el contenido dictado de manera teórico-práctica y, por otro lado, la formación de nuestro profesorado. El módulo abarca las enfermedades infecciosas que afectan principalmente a países en vías de desarrollo y cada tema es impartido por un profesional con amplia experiencia en terreno que, además de brindar los conocimientos teóricos básicos de cada enfermedad, es capaz de trabajar con dinámicas prácticas, compartir experiencias de primera mano y discutir con los alumnos diversas prácticas y enfoques. De esta manera el alumno es capaz de enriquecerse a través de las variadas y múltiples experiencias de otros profesionales que le pueden ser de ayuda en un futuro.
¿Qué salidas profesionales tiene el alumnado después de cursar el máster?
Una de las salidas más evidentes es trabajar en organismos nacionales o internacionales, tanto públicos como privados, que en una u otra medida tengan que ver con la cooperación al desarrollo o que requieran formación específica relacionada con la cooperación o con la educación para el desarrollo. Pero también puede ser, la gestión de conflictos humanitarios o trabajar con colectivos en situación de vulnerabilidad no sólo en países en vías de desarrollo, si no en nuestro propio entorno.
Durante tu trayectoria docente e investigadora, ¿cuáles han sido tus experiencias más enriquecedoras?
Como docente lo más enriquecedor es ver que puedes aportar algo para el desarrollo profesional y personal de un alumno, sobre todo, sentir que los alumnos valoran tu esfuerzo. Cuando te dan las gracias o te cuentan lo que les inspiras, o lo que les has ayudado en su aprendizaje se olvida el esfuerzo y sacrificio que a menudo tenemos que afrontar como docentes. Respecto a la investigación no se puede nombrar una, pero con lo que me quedo es con la parte humana, las vivencias y experiencias que he compartido con mucha gente de muchos países y culturas que vale mucho más que la satisfacción de publicar un artículo o finalizar un proyecto, es lo que te llena el alma.